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¿Cómo me cuido si no tengo tiempo?

El día comienza con el sonido del despertador, pero en lugar de levantarnos para priorizarnos, nos ponemos en “modo supervivencia”. Desayunos, mochilas, tareas, trabajo, limpieza, pendientes, peleas entre niños, cenas… ¿y tú? Bien, gracias. Olvidada. Invisible incluso para ti.

En esta sociedad que idealiza a las madres perfectas, silenciosas y disponibles 24/7, cuidarse a una misma parece un lujo, una fantasía de Instagram. Pero no lo es. Cuidarte no es egoísmo. Es supervivencia emocional. Y aunque no lo creas, sí puedes hacerlo. Incluso si sientes que no tienes tiempo.

¿Por qué sentimos que no tenemos tiempo para nosotras?

Vivimos en una cultura donde el tiempo de las mujeres, especialmente de las madres, no se percibe como valioso. El cuidado de otros se ha naturalizado como nuestro destino, y el cuidado propio, como un “premio” que nos ganamos si sobra algo al final del día.

Esta sensación no es solo personal. La psicóloga Susan Sutherland (2010) señala que muchas madres viven atrapadas entre el amor hacia sus hij@s y la culpa constante por no estar “haciendo lo suficiente”. Esto refuerza la idea de que cuidarse a una misma es una amenaza al ideal de la madre sacrificada, cuando en realidad es un acto de reparación emocional y dignidad.

Síntomas de que estás al límite (aunque digas que estás bien)

A veces, lo que llamamos «explotar por nada», tiene raíces profundas. Según un estudio publicado en el International Journal of Environmental Research and Public Health (Roca & Gairal-Casadó, 2019), muchas madres experimentan lo que se llama agotamiento parental o burnout materno, una forma de desgaste emocional y físico tan intensa que puede afectar su salud mental, su cuerpo y su vínculo con sus hij@s. Ver investigación.

El problema no es que «no aguantamos», sino que nos aguantamos demasiado y durante demasiado tiempo.

Reconocer que necesitamos cuidarnos parte de ver las señales. No todas gritan. Algunas susurran.

Cambios físicos sutiles

– Dolor de cabeza constante  

– Insomnio o agotamiento al despertar  

– Nudos en el estómago o el pecho  

Señales emocionales

– Irritabilidad sin motivo aparente  

– Ganas de llorar pero no saber por qué  

– Sensación de estar en piloto automático  

Dificultades en el vínculo con tus hij@s

– Menor paciencia  

– Reacciones explosivas seguidas de culpa  

– Dificultad para disfrutar momentos simples  

¿Te reconociste en alguna? Es hora de tomar una pausa (aunque sea pequeña) y hacer espacio para ti.

¿Qué es el autocuidado realista para madres?

El autocuidado que queremos desmontar es el de la vela aromática, el spa y el baño de burbujas en una casa silenciosa. Ese no es el autocuidado realista.

El autocuidado realista es el que cabe en tu vida real, en el caos, en el ruido, en la maternidad sin red. Y aunque no lo creas, sí es posible.

Cuatro niveles de autocuidado cuando no tienes tiempo

1. Autocuidado inmediato: microgestos diarios

– Beber agua con conciencia  

– Respirar profundo antes de gritar  

– Comer sentada sin multitasking  

– Mirarte al espejo y decirte “te veo”

Duran segundos, pero envían un mensaje poderoso: también importas.

2. Autocuidado emocional: lo que no se ve

– Nombrar lo que sientes sin juzgarte  

– Poner en pausa una exigencia interna  

– Decir: “Hoy no puedo con todo” sin culpa  

– Pedir un abrazo o espacio sin justificarte

Esto no siempre se nota afuera, pero cambia tu mundo adentro.

3. Autocuidado estructural: decisiones que liberan

Este tipo de cuidado implica revisar cómo vivimos, no solo cómo nos sentimos. Decidir que tu energía es tan valiosa como tu agenda no egoísta.

De hecho, investigaciones como la de Kawachi & Berkman (2001) muestran que las madres que no cuentan con redes de apoyo ni tiempo propio, tienen mayor riesgo de ansiedad, aislamiento y depresión, lo que refuerza la necesidad de priorizarse para sostenerse, no para rendir mejor.

– Delegar aunque no lo hagan como tú  

– Decidir no hacer lo “necesario” si no es vital  

– Organizar el día en función de tu energía, no solo del deber  

– Pedir ayuda antes de colapsar

Aquí empiezas a cuidar la forma en que vives, no solo cómo sobrevives.

4. Autocuidado colectivo: dejar de hacerlo todo sola

– Armar redes de apoyo entre madres  

– Compartir cargas, emociones y saberes  

– Buscar espacios terapéuticos o acompañamientos. Agenda tu cita aquí.

– Nombrar lo injusto, no como queja, sino como limite

Cuidarse no es solo individual. También es colectivo, social y reparador.

Cómo encontrar tiempo cuando parece no existir

Sí, sabemos que hay días donde ir al baño sola ya es una victoria. Pero el cuidado no siempre necesita grandes bloques de tiempo. A veces necesita intención y presencia.

Revisa tu “tiempo invisible”

– ¿Cuántos minutos pasas en redes sin darte cuenta?  

– ¿Cuántas tareas haces en automático que podrían esperar?  

– ¿A qué renuncias sin que nadie te lo pida?

Tal vez no falte tiempo, sino permiso interno.

Elige un ritual pequeño pero sagrado

– Un café sin pantallas  

– Escribir tres líneas en una libreta  

– Escuchar una canción que te guste  

– Encender una vela al final del día solo para ti

El truco no es cuánto dura, sino cuánto te conecta contigo.

¿Qué pasa cuando empezamos a cuidarnos?

Cuando una madre empieza a cuidarse, no lo hace solo por ella. Su transformación resuena en todo su entorno.

La evidencia es clara: según la revisión de Nelson, Kushlev y Lyubomirsky (2014), el bienestar de las madres está directamente relacionado con el tiempo de calidad que tienen para sí mismas. Cuando ese espacio existe, hay menos reactividad emocional, más disponibilidad afectiva, y un mayor disfrute en el rol materno.

No es inmediato. No es mágico. Pero algo empieza a cambiar.

– Gritas menos, no porque no sientas rabia, sino porque aprendes a entenderla.  

– Lloras sin culpa, porque ya no sientes que eso te hace débil.  

– Dices que no con menos miedo.  

– Tus hij@s te ven habitarte, y eso también es una forma de cuidarlos.

Cuidados concretos que puedes empezar hoy

1. Haz una lista de lo que necesitas, no de lo que debes.  

2. Pide ayuda antes de explotar. No esperes al límite.  

3. Respeta tu cuerpo: duerme cuando puedas, come cuando lo sientas.  

4. No minimices lo que te duele por creer que «no es tan grave».

5. Habla con otra madre, sin filtros ni adornos. La honestidad también cuida.

Conclusión: El tiempo que te das, es el amor que te devuelves

Cuidarte no es un premio. Es una necesidad. No necesitas esperar a tener un fin de semana libre, ni a que tus hij@s crezcan. Puedes empezar con lo que hay.

Y si no sabes por dónde… empieza por no hacerlo sola.

Tu rabia, tu cansancio y tu deseo de estar mejor no son una falla. Son señales. Y el primer paso puede ser tan simple como decir: “Hoy, aunque sea un poco… me elijo.”

Preguntas frecuentes (FAQs)

¿Qué pasa si no tengo con quién dejar a mis hijos para cuidarme?

El autocuidado no requiere aislamiento. Puedes empezar con prácticas que no te alejen de ell@s, sino que te incluyan, como respirar juntas, poner límites con respeto o compartir emociones sin carga.

¿Cómo evitar sentir culpa por dedicarme tiempo?

La culpa es una emoción aprendida. Cuestionarla es parte del proceso. Cuidarte no te aleja de tus hij@s, te acerca a ti. Y eso también les cuida a ell@s.

¿Cuánto tiempo necesito para empezar a sentirme diferente?

El cambio emocional no tiene reloj, pero suele notarse en pequeñas cosas: menos tensión corporal, más claridad para hablar, menos autoexigencia. En semanas puedes notar movimientos reales.

### **¿Qué diferencia hay entre autocuidado y escape?**  

El escape evita sentir. El cuidado abraza lo que sientes. Ver una serie para anestesiarte no es lo mismo que tomar una pausa consciente para recuperar el aliento.

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Viviana

Psicóloga Clínica, Fundadora de PSIMUJER.

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