Lo primero para tener en cuenta es a tu mente, aunque pareciera que los nuevos hábitos son físicos: ejercicio, comida, etc, debemos recordar que es nuestra mente quien coordina y dirige nuestra vida y que debemos tenerla en cuenta en la realización de estos cambios para que sean exitosos.
1. El primer cambio se tiene que dar en nuestra mente: Nuestra mente es como un gran computador que contiene toda la información de nuestra vida, por eso es la mejor optimizando energía.
Los últimos estudios nos muestran que solo el cerebro se gasta el 30% de la energía que produce nuestro cuerpo a diario, entonces no es de extrañarnos que a nuestra mente no le gusten los cambios pues le implican un gran gasto de energía, así cuando tu decides cambiar tus hábitos ella no va a apoyarte mucho.
Al principio puede que sí, pues a la mente le encanta la novedad, pero después, vas a necesitar algunas herramientas cognitivas adicionales para mantener esos nuevos hábitos en el tiempo.
2. El cambio no es lineal: el cambio es un proceso lento para la mayoría de las personas, tiene recaídas, altibajos, errores y retrasos que son perfectamente normales y esperables.
Además cada proceso es único como cada persona, no hay punto de comparación con nadie.
Enfócate en tu propio proceso, conocelo, aprende de él para saber qué esperar y que herramientas usar para continuar y lograr tu objetivo.
3. Tener un objetivo claro y realista: Tu objetivo es la luz que te muestra el camino, definirlo bien es fundamental para lograrlo.
Un error muy común es definir un objetivo poco realista, muy alto o drástico, esos objetivos rara vez se cumplen y mucho más en los cambios de hábitos.
Llevas muchos años comiendo y viviendo de determinada manera, por pura lógica, no vas a cambiar algo que llevas 20 años haciendo, en algunos días.
Como dijimos, la mente es de rutinas y más temprano que tarde vas a estar comportándote y comiendo igual que antes.
Es más fácil realizar cambios grandes en pequeñas dosis y así ir acercándonos poco a poco a la meta final.
4. La motivación es el combustible de la voluntad: ¿Cuál es tu motivación? ¿Por qué deseas cambiar tus hábitos?
La base de esta motivación debe ser la honestidad, solo tu conoces cual es en realidad tu motivación, solo tu puedes saber qué es lo que te está motivando a realizar estos cambios.
Puedes decirle mentiras a todo el mundo, pero tú en tu interior conoces la verdad y la invitación es a mirar esa verdad.
Existen dos tipos de motivación, externa e interna.
Motivación Externa es: verme mejor, lograr vestir algunas prendas, la presión social o de tu familia.
Motivación interna: es hacer las cosas por el placer que te producen.
Tenemos de las dos, sin embargo, está comprobado que si tenemos o aumentamos nuestra motivación interna podemos garantizar resultados más positivos porque la motivación externa no es suficiente a la hora de enfrentar los desafíos que se presentan durante el proceso del cambio de hábitos.
Porque es más fácil levantarte de la cama cuando disfrutas hacer ejercicio, sientes placer, te sientes bien anímica y físicamente.
5. La mejor motivación es el amor propio: Ya dijimos que la motivación interna es una garantía de resultados a largo plazo y reducir el riesgo de desistir.
Una de las mejores motivaciones es el amor propio, es decir, cambiar los hábitos motivados por el amor hacia mi mismo.
Es completamente diferente desear cambiar mis hábitos alimenticios porque deseo reducir mi peso, mis tallas, estar a la moda o por la presión o competencia de mis amigos, pareja o familia que hacerlo por cuidar mi salud y cuidar mi cuerpo.
